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Empresas y liderazgo social

Por Redacción ALPHA Magazine

Hemos visto a través de los años, como el desarrollo socioeconómico puede alcanzarse por diferentes vías, aunque en la gran mayoría de los casos, se trata de un proceso dinámico que necesariamente debe conciliar intereses conflictivos que coexisten y luchan siempre por prevalecer. 

Es misión inexcusable del empresario de hoy, conocer qué tipo de desarrollo está exigiendo la sociedad y de qué manera él se inserta en este proceso como agente facilitador del cambio. 

Uno de los caminos es crear liderazgo para ejemplificar de manera directa, cómo se hace para llegar al éxito y mantener un ejemplo a seguir por las generaciones más jóvenes.

 

Por José A. Ciccone

 

DIRIGENCIA, SOCIEDAD Y EMPRESA

De lo que podemos estar seguros, -por lo tanto, hay pleno consenso-, es que la sociedad de nuestros días y las empresas, como factor dinamizador de la misma, necesitan salir del estancamiento que puede producir la incertidumbre económica, o un cambio de gobierno, para participar de manera competitiva en un mundo cada vez mejor comunicado entre pares, pero más ancho y ajeno.

Para ello, poco bastaría concentrar el esfuerzo en sólo uno de los tres pilares del desarrollo que acabo de encabezar. 

La renovada y particular situación de nuestro México, vecino geográfico inamovible del país más rico del mundo y primer socio comercial, nos enfrenta a un triple desafío: Desarrollo económico sostenido, crecimiento de los mercados; crecimiento político cualitativo, mediante el aseguramiento de la democracia plena, fortalecimiento de las instituciones y afianzamiento psicológico o actitudinal, que es la revalorización plena del individuo en este marco actual de un mundo cambiante y de grandes transformaciones tecnológicas.

A ello debemos sumar un factor diferenciador indiscutible, el de la involución económica que ha modificado la pirámide social, no sólo en nuestra Latinoamérica, sino en aquellos países llamados del primer mundo. Es decir, los sectores de menores recursos han crecido en desmedro de posiciones perdidas por la tan ansiada clase media.

INTELIGENCIA SOCIAL

Una tarea simplista del escaneo global de nuestra sociedad nos diría que en México sigue predominando una inteligencia social un tanto arcaica o primitiva, de base egocéntrica, versus la inteligencia social operativa, propia de las comunidades más desarrolladas. 

Esto se traduce en que todavía contamos con una estructura social organizada por estamentos, donde la exigencia pone el acento en las empresas, pidiéndoles los cambios que requiere la propia dinámica de conjunto, con lo cual su accionar debe parecerse más a la participación activa que a la inacción.

Se trata entonces de invertir la ecuación, ya que poco contribuye al desarrollo que, para la resolución de los problemas, el dirigente empresarial se sitúe -uno contra el otro-, sino ver lo que la mayoría reclama: todos unidos para aportar soluciones-. 

Un problema que se desdobla en multiplicidad de frentes y que exige a la alta dirigencia empresarial, cada vez más capacidad para adecuarse a los requerimientos del sistema social, respondiendo con acciones a los problemas concretos que le preocupan a la gente, ampliar el prisma, salir a la calle a buscar de primera mano lo real que viven los mercados y no lo que creemos que es real desde el púlpito de una sala de juntas o una comunicación vía zoom.

Por eso es que el desafío de nuestros días, en este complicado año bisiesto que empezamos a transitar, será concretar el desarrollo económico de nuestro país y de sus empresas, pero este logro exige avanzar en la democratización y en la participación, manteniendo la disciplina social suficiente para alcanzar la acumulación de capital que permita el crecimiento, o nos saque del estancamiento, como usted guste; para ganar autonomía respecto del exterior y, a la vez, transformar las estructuras productivas, normalizar el funcionamiento de las economías, aplicando políticas de ajustes y estabilización, y al mismo tiempo, reactivarlas, sentando la base de un desarrollo dinámico al introducir un elemento ético en los esfuerzos necesarios para superar la crisis actual, distribuyendo las cargas y los frutos de este proceso en forma equitativa.

El desafío para las empresas será pues, vigorizar sus estructuras, fertilizando sus propios estamentos y sus relaciones prioritarias con la comunidad. 

La seguridad seguirá teniendo un papel fundamental en la interrelación de la empresa con los habitantes, ya que la actual crisis, más allá del alcance social global, significó un replanteo de la desprotección del individuo a merced de determinadas políticas económicas y de seguridad, que no parecen tener solución a corto plazo.

Insistiremos una vez más en la necesidad de la innovación empresarial, en las que la creatividad y el desafío, sean rutinas comunes, fluídas, continuas, de todos los días, y no excentricidades que la sociedad toda, juzga a veces como marginales. 

La innovación debe diferenciarse de la planificación que en muchos casos se torna rígida, para que ésta sea descentralizada, autónoma, específica y microeconómica.

Las empresas además de ocuparse y preocuparse de sus fines meramente comerciales, deberán adecuar dichos fines en beneficio de la comunidad. 

¿Cómo es posible amalgamar ambas necesidades? Tal vez buscando un nuevo estilo empresarial que englobe, por un lado lo puramente comercial, y por el otro, brinde un servicio a la sociedad, es decir, una actitud empresarial comprometida con lo social, con los que necesitan más apoyo, sin descuidar lo económico, claro está.

Particular importancia reviste el tema de la imagen empresarial y el modo de revertirla ante la opinión pública. Si aceptamos –en términos generales- y según estudios recientes en el Estado, que tan sólo el 8% de la sociedad reconoce que las empresas contribuyen al desarrollo social, queda por delante una vasta tarea por emprender. 

Respecto a las actitudes, se impone un drástico cambio de procedimientos que transforme el pragmatismo en realismo, ya que el primero sólo saca provecho de la realidad tal como está y el segundo busca la verdad para desarrollarla lo más posible y elimina toda dificultad que le impide crecer. 

En lo cotidiano, esto implica avanzar por el camino inverso: desde la realidad a la teoría, desde el -pruebe primero, explique después-, versus las actitudes que hacen lo opuesto: -investigue primero, luego actúe-.

Aún hoy debemos aceptar que el público en general ve a las empresas y a sus dirigentes como sectas poderosas que sólo buscan su propio beneficio. 

Lamentable balance social, porque si bien es cierto que muchos empresarios se mantienen alejados e inconmovibles cuando deben responder con mayor solidaridad, otros de comprobada trayectoria, hacen grande a una ciudad, dedicando sus aportaciones en tiempo y dinero a las causas nobles, creando así un verdadero liderazgo comercial que ejemplifica con hechos que la sociedad visibiliza y palpa como suyos, como verdaderos.

 

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